Un reportaje publicado por The Associated Press revela el auge que han tenido las ventas de plantas eléctricas producto del
recrudecimiento de los apagones en
Venezuela, principalmente en ciudades del interior del país como Maracaibo.
“Conforme se agrava la crisis en Venezuela, la venta de
generadores eléctricos es uno de los pocos sectores que crecen en la otrora
rica nación petrolera, cuyos residentes tratan de sobrevivir pese al colapso de
los servicios públicos”, cita el reportaje de la agencia estadounidense.
“Millones de personas pobres viven a merced de la inestable red eléctrica venezolana,
pero los ciudadanos de clase media y alta capaces de reunir unos cientos de
dólares están comprando generadores de emergencia en un intento de recuperar
una vida corriente”.
El trabajo
periodístico que da cuenta de esta situación
en Venezuela, continúa en estos términos:
Esta tampoco es una solución infalible. El desabastecimiento de gasolina se extiende
en todo el país, complicando el acceso a combustible para las nuevas plantas
eléctricas.
“Aquí las cosas van a peor”, comentó Junior Cansas,
propietario de una firma de electrónica en Maracaibo. “Por eso la gente sigue
comprando plantas”.
Venezuela tiene las mayores reservas de petróleo del mundo,
así como suficientes recursos hídricos como para llenar presas hidroeléctricas.
Durante mucho tiempo tuvo una red eléctrica moderna que vendía la energía
sobrante a países vecinos.
Sin embargo, el desmoronamiento del país registró un hito el
7 de marzo cuando un catastrófico fallo
eléctrico dejó a la mayoría de sus 30
millones de habitantes sin electricidad durante días. El efecto llegó
incluso a la capital, Caracas, y dejó fuera de servicio comunicaciones, suministro
de agua y transporte público.
Eso provocó un frenesí entre los vecinos y pequeños negocios
por hacerse con generadores, por temor a que se produjera otro gran apagón sin
preaviso que volviera a sumir sus vidas en el caos.
Algunos optaron por dispositivos pequeños que cuestan unos
pocos cientos de dólares, y que pueden producir energía suficiente para
utilizar unos pocos electrodomésticos cada vez, por ejemplo para encender la
luz y el calentador de agua para una ducha.
Una casa con todo su equipamiento requiere un generador más
grande que puede costar más de mil dólares, una pequeña fortuna en un país
donde el trabajador medio gana 6,50 dólares al mes.
Los detractores atribuyen la crisis en Venezuela a la
“revolución” socialista que lanzó el expresidente Hugo Chávez hace 20 años,
señalando que permitió que funcionarios corruptos saquearan las arcas del
estado mientras la infraestructura se deterioraba. Por su parte, el actual
presidente, Nicolás Maduro, acusa al gobierno de Estados Unidos de sabotear la
red eléctrica en un intento de derrocarlo e instalar un gobierno marioneta
liderado por el opositor Juan Guaidó.
Elio Burguera dirige una firma de ingeniería en Caracas que
instala sistemas eléctricos para
fábricas, edificios de apartamentos de lujo y hoteles de cinco estrellas. Pero
estos días, su teléfono suena sin descanso por clientes desesperados por
instalar generadores de combustible en viviendas. Incluso ha comprado uno para
su familia.
“Estamos en una situación económica difícil, no solo para los
pobres”, dijo Burguera. “La clase media
está sufriendo mucho”.
Ana Lucía Gómez, una asistente de compras que vive en
Orlando, Florida, lanzó hace poco un negocio enviando artículos difíciles de
encontrar como M&M’s, sábanas y detergente a clientes en su Venezuela
natal. Tras el gran apagón, le sorprendió empezar a recibir peticiones de
generadores. Ahora supone un tercio de su negocio.
“Ya empieza el caos mental desesperante que ellos están
viviendo, porque dicen que es
inaguantable cuando pasan tantas horas sin electricidad”, señaló Gómez, que
compra los artículos en tiendas locales cob Home Depot.
La situación es especialmente angustiosa en Maracaibo, antes conocida como la
Arabia Saudí de Venezuela porque está en el núcleo de la ahora decadente industria petrolera. Las
plantas eléctricas operan a una fracción de su capacidad y el suministro
eléctrico sufre fallos intermitentes desde finales de 2017, cuando ardió una
importante línea de transmisión.
El apagón nacional de marzo dejó las luces apagadas durante ocho días en Maracaibo y desencadenó graves
saqueos que cerraron muchos negocios. Las filas de autos para repostar gasolina
se extendían una milla y a menudo requerían una espera de dos días.
Un quiosco que vendía dulces, cigarrillos y botellas de refrescos
mostraba un generador sencillo en la vereda por 680 dólares.
Bríñez, de 52 años, profesor de veterinaria, dijo que
durante el apagón de marzo se dio cuenta de que el gobierno no iba a reparar
por completo el sistema eléctrico de
la ciudad con prontitud, como habían prometido las autoridades.
De modo que recurrió a sus ahorros de emergencia y pidió a
familiares en Florida que compraran un generador que le costó más de 1.200
dólares con el envío y la instalación.
Él vive en una comunidad cerrada de ocho viviendas, donde
las luces se bajan cada noche en torno a las 20:00 y se quedan apagadas hasta
la mañana siguiente. Siete de las casas ocupadas por sus familiares o bien
tienen generadores o están esperando a que lleguen.
Aunque 3,7 millones de venezolanos han abandonado su país en
los últimos años, viajando al extranjero para buscar una vida mejor, Bríñez
dijo que eso no era una opción para él.
Teme por su padre de 75 años, que sufre diabetes, problemas
de corazón y tensión alta. El asfixiante calor en Maracaibo ronda los 37 grados
Celsius (100 grados Fahrenheit) la mayoría de los días, lo que hace del aire
acondicionado algo imprescindible.
“Es una gran inversión”, dijo Bríñez. “Si decides quedarte en esta ciudad o compras una planta o vas a tener
muchos problemas”.
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