Los largos pasillos del Instituto Latino perdieron la
alegría de los niños y adolescente que antes retozaban en la reconocida
institución ubicada en la avenida La Limpia, de la capital zuliana. Una gran
cantidad de los escolares, afectados por las circunstancias adversas que azota
a la región, abandonaron la escolaridad y hasta su lugar nativo, en busca de
tranquilidad y estabilidad económica.
Este instituto, que ofrece educación preescolar, básica y
diversificada, se ha visto afectado desde el pasado 7 de marzo, cuando se
agudizó la crisis eléctrica en el Zulia. Los estudiantes, el personal docente,
administrativo y obrero soportan las mismas calamidades que todas las familias
de esta ciudad: apagones, dificultad para adquirir combustible, falta de dinero
en efectivo y migración.
Johanna Flores, subdirectora académica de este plantel,
asegura que hay muchos niños que no han retomado con normalidad la asistencia a
la escuela desde el primer apagón.
La docente comenta que los representantes reportan a diario
las situaciones que viven en sus casas, “incluso redactan documentos por escrito,
acción que nunca habíamos tenido desde la instalación del plantel”, ubicado en
la Urbanización Sucre, sector Grano de
Oro.
En los últimos cuatro meses el la unidad educativa reporta
situaciones muy atípicas: “Los estudiantes y representantes nos piden permisos
de viajes para irse del estado, porque hay otras regiones donde tienen el
servicio eléctrico con normalidad”.
La directora de la casa de estudio, con más de cinco décadas
de fundación, estima que entre un 15 a 20 % de sus escolares se han marchado
del Zulia o del país. Otro porcentaje menor “aparece eventualmente y vuelve a
reintegrarse a las clases”.
Cifras que aumentan
En 2018, la Fundación Redes denunció el incremento de un 58%
de la deserción escolar en el país. De acuerdo a un estudio realizado por la
organización, en más de 1.500 escuelas del territorio nacional, el abandono de
las aulas de clases fue de 58 %, mientras que en los estados fronterizos se
elevó a 80 %.
Redes determinó que en ese periodo la deserción educativa se
incrementó por factores como: el poco acceso al sistema de alimentación
escolar, el abandono de un 52 % de profesionales y familias que “salieron en
estampida” a consecuencia de los bajos sueldos y la falta de transporte.
El estudio también arrojó que 93 % de los planteles del país
no contaban con las condiciones mínimas para el desarrollo de la actividad
educativa y que el 77 % de los centros no tenía acceso a servicios básicos como
el agua potable, energía eléctrica o internet.
“La gente está desesperada ante esta situación, no duerme
bien, no come bien. Los padres están preocupados por el futuro de sus hijos;
toman decisiones apresuradas y dejan todo abandonado. No les importa
documentación o título”, expone Flores, desde su oficina oscura, donde atiende
al equipo de Versión Final.
Sin distinción
Una situación similar se presenta en la Escuela Técnica de
Comercio y Administración, Francisco José Duarte, ubicada en el sector Paraíso,
donde alumnos y docentes aún buscan adaptarse a la contingencia eléctrica y a
los actos delictivos que debilitan, desde abril, las labores de la institución.
Darella González, directora del plantel educativo, aseguró
que no sufren la falta de electricidad por racionamiento, sino por el robo y el
hurto del cableado.
“Los ladrones nos dejaron sin luz. Halan los cables de raíz,
extraen todas las tuberías. Entre abril y mayo nos azotaron”, denuncia
González.
La directora del liceo estima que la deserción en su liceo
es regular “por ser una institución pública donde no todos tienen como retirase
a otros planteles o macharse del estado o país”.
“Hemos tratado de afectar lo menos que se pueda al
estudiante. El colegial no puede ser débil jurídico ni el que asuma las peores
consecuencias. Entre mayo y abril la asistencia estudiantil bajó, por lo que se
implementó un plan de contingencia; se estableció un nuevo horario de clases de
7:45 a 11:00 a.m (anteriormente de 7:00 a.m a 12:00 p.m)”.
La docente explica que se incluyó un día libre para los
colegiales y los profesores, “tomando en cuenta la situación del transporte, la
electricidad y la salida de los jóvenes de su hogar”.
Actualmente, la institución mantiene el horario especial y
esperan que el inicio del nuevo periodo académico para, acorde a la
circunstancias, programar el plan de trabajo.
Emigración, amenaza
educativa
En lo que va de año, en el Instituto Latino, al menos 20
docentes abandonaron sus puestos de trabajo por las mismas causas que exponen
los padres: sueldo, electricidad, trasporte y alimentación.
“La migración es un factor que nos amenaza, el docente se
está yendo”, agrega la directora del Latino, al tiempo que recuerda algunos
casos en particular “por la capacidad de
formación del maestro o por el tiempo de labor que había prestado”.
Flores refiere que quienes deciden quedarse “hacen convenios
con los representantes del plantel. Los padres de los muchachos los trasladan,
los esperan en puntos específicos y así logran llegar”.
La psicóloga María Clemencia Mendoza Hitcher, integrante del
equipo de profesionales de la salud al servicio de la Fundación Centro
ÍtalianoVenezolano (Fundaciv), asegura que
ante la turbulencia social que atraviesa Venezuela es necesaria la
orientación de los menores.
La psicóloga explica que en el actual momento de crisis,
resulta obligatorio para la población estudiantil mantenerse enfocada y
orientada hacia lo positivo y que “aun cuando el entorno pueda mostrar señales
contrarias y se presenten situaciones tan desmotivantes como la falta de
alimentación y medicamentos, incluso hasta la falta de servicio públicos, por
esto están los maestros para dar ánimo y guiar a sus pupilos.
“Tenemos que seguir, los educadores somos luchadores por
excelencia y vocación. Tenemos que avanzar al igual que los estudiantes, sin
ellos no somos nada”.
En el caso del la Escuela Técnica, su directora no dio un
balance exacto, sin embargo mencionó que se han retirado algunos de los
profesionales y “quienes quedan hacen un esfuerzo arduo para dar lo mejor de
sí”.
“Con luz o sin luz debemos trabajar y seguir a pie de
lucha”, aseguró por su parte, la directora del Francisco José Duarte.
Comentarios
Publicar un comentario