Los marabinos rememoran la peor etapa de la crisis eléctrica
con una sola fecha: 7 de marzo. Desde ese día, cuando un apagón nacional dejó a
Maracaibo a oscuras por cinco días, los embates de las fallas del sistema
energético afectan todavía la vida de sus ciudadanos.
Calor inhumano sin una gota de agua fría, mal dormir,
alimentos descompuestos e improductividad son algunas de las preocupaciones que
agobian a los habitantes de la capital zuliana. Pero, hace más de tres meses,
muchos de ellos tuvieron la fortuna de conocer a quien sería su mejor amiga:
una planta eléctrica.
Desde la más pequeña (1 a 1.5 kilovatios) para encender
bombillos y recargar teléfonos, hasta de mayor capacidad (5 y 6 kilovatios) para mantener en
funcionamiento neveras, cocinas eléctricas, aires acondicionados y televisores,
todas son motivo de fortuna. El hecho de ser inasequibles para muchos, genera
conflictos entre vecinos pues marcan la diferencia entre la desesperación y
tranquilidad.
Para sorpresa de los “afortunados” y alivio de los “simples
mortales”, una nueva preocupación tocó su puerta desde hace un mes. La crisis
de gasolina en la segunda ciudad de Venezuela no solo afecta al transporte,
sino al funcionamiento de los generadores eléctricos. Lo que antes era una
necesidad, se convirtió en un lujo.
Ángela Fuentes, residente de la urbanización La Victoria,
veía con enojo cómo su vecino se regodeaba de tener su casa iluminada y
disfrutar de películas y aire acondicionado durante los tormentosos
racionamientos. Sin embargo, confiesa que le “da un fresquito” que, desde que
empezó a escasear el combustible, ya su vecino no pueda encender el bulloso y
contaminador aparato.
Lujoso funcionamiento
“Apenas se iba la luz a las 8:00 de la noche o a las 2:00 de
la madrugada esa gente prendía la planta. El ruido que hace es insoportable,
sin mencionar la contaminación que produce por el dióxido de carbono. Para
ellos es una bendición pero para nosotros era una condena, cuenta la marabina
de 48 años”.
Dice que, aunque la encienden a veces “para hacer la cena en
las noches”, ya no dura las seis horas de racionamiento porque no pueden
conseguir gasolina en las estaciones de servicio.
Igual sucede en la urbanización La Rotaria donde, apenas
cortaban el suministro eléctrico a las 8:00 de la noche, hasta cinco plantas se
escuchaban en una misma cuadra. Ahora, según relata Francisco Azuaje, habitante
del sector, solo prenden una “y a veces”.
“Quieren (Gobierno) acabar con todo. A esa gente le costó
tener sus plantas para tratar de estar más cómodos entre tanto caos. Con el
problema de la gasolina prefieren usarlo para sus vehículos y solo para cosas
necesarias. Si antes tener un aparato de esos era un lujo, imagínate ahora,
añade Francisco”.
Bajarse de la mula
Aunque es posible llevar las plantas eléctricas a las bombas
para obtener 20 litros de combustible que durará, al menos, 12 horas, los
marabinos prefieren no sumar un estrés más en su rutina diaria.
“Suficiente tenemos con los inhumanos apagones y la
preocupación de comprar comida todos los días. No voy a pasar horas en una cola
en la bomba aguantando calor y necesidades. Para eso lo paso tranquila en mi
casa”, precisa Amanda López, aleñada de La Rotaria.
Ramón Casas, vecino de La Floresta, también tiene un
generador de energía que ya guardó de nuevo en su caja “hasta que lo podamos
usar otra vez”.
El marabino alega que “no tiene efectivo para bajarse de la
mula a los guardias” para que le llenen el tanque de su camioneta, de 130
litros, y de ahí sacar unos 30 para la planta.
“Me cobran hasta 70 mil bolívares o 15 dólares en efectivo
para llenarme hasta el tope el tanque. Yo no tengo esa cantidad. Antes de todo
este problema con la gasolina, tanqueaba normal y siempre sacaba 30 litros para
el aparato, con eso duraba prendido hasta 15 horas”, relata.
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