La impotencia y la desesperanza se adueñan del ánimo de los
tachirenses toda vez que viven sometidos a un proceso de racionamiento eléctrico de 6 a 14 horas diarias.
En la zona fronteriza ya es normal vivir la mayor parte del tiempo sin luz.
Lo mismo en el municipio San Cristóbal
donde sectores completos pasan hasta 12 horas sin servicio.
Táriba, capital del municipio Cárdenas,
también padece de cortes prolongados. Más de cinco horas sin servicio, además
de las fluctuaciones que ponen en riesgo los electrodomésticos que aún
sobreviven.
Los
andinos se han vuelto noctámbulos.
Ya es común ver caras largas producto de los trasnochos por la falta de energía
eléctrica, pues durante la noche si no hay luz, hay calor, y si hay luz,
aprovechan para hacer tareas del hogar, pues no se sabe cuándo cortarán el
fluido eléctrico.
Aunado a eso está el problema del combustible, pues no todas las estaciones de
servicio cuentan con planta, por lo que estos “apagonazos” dejan sin
posibilidad de surtir a quienes les corresponde. Cabe recordar que en la
entidad el suministro de gasolina se rige por pico y placa desde hace varios
meses.
En todos los informes referentes al
servicio eléctrico, la ciudad cordial sale entre las primeras con la peor percepción en el servicio. Y es
que no hay garantía de que cuando llegue la luz, no se vuelva a ir, pues en
muchas ocasiones el servicio se va a los pocos minutos de haberse restablecido.
“Ya casi un año en esto. Las navidades
van a ser iguales. Arrancaremos año nuevo así y los del Gobierno echarán la culpa a los demás. Ineficiencia total”,
dijo el tachirense Miguel Duarte.
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