A través de un artículo de opinión, “Cuando
la mentira es la respuesta oficial ante los desaciertos revolucionarios”, la
comunicadora y politóloga Anaís Caldera,
expone sobre las razones que, a su modo de ver, ocasionaron este caos eléctrico
en el país, la responsabilidad del
régimen madurista y los débiles argumentos, Jorge Rodríguez, fácilmente
desmontables por expertos en materia eléctrica como el Ing. José Aguilar.
El texto del artículo es como sigue:
Domina la mentira como su principal
arma comunicacional para tergiversar verdades que afecten la imagen del
gobierno bolivariano y revelen la
incompetencia de la gestión de Nicolás Maduro Moros. O peor aún, que
muestren el rotundo fracaso de las políticas públicas dictadas por el Jefe del
Estado en todas las áreas del quehacer nacional. Usando esa estrategia Jorge
Rodríguez siempre le lava las manos como Pilatos a sus ineptos camaradas frente
a la administración pública venezolana. Cómo mejor argumento de esa verdad, el
ministro de Comunicación e Información de la Revolución Socialista del Siglo
XXI, responsabilizó una vez más a un ataque electromagnético al Sistema
Eléctrico Nacional del mega apagón ocurrido hace aproximadamente dos meses en
Venezuela, 22 de julio 2019, desde las 4:40pm, cuyo saldo fue dejar sin el
fluido eléctrico a casi todos los estados de esa nación y al Distrito Capital.
Como siempre, ese médico psiquiatra exonera de toda culpa de la crisis
eléctrica del país a la gente del gobierno nacional y se la endosa a los
representantes de la oposición venezolana, a través de su operatividad en
hechos supersónicos propios de películas de gran alcance técnico en materia de
efectos especiales, como la Guerra de las Galaxias, Mad Mix, Nindja, entre
otras reconocidas producciones del séptimo arte y de las cuales los adversarios
del gobierno revolucionario no han escrito el guion literario ni técnico.
Para justificar su versión ya poco
creíble en la colectividad, al igual que el cuento de las iguanas y demás
especies faunísticas en la crisis eléctrica nacional, Jorge Rodríguez, en esa
oportunidad, aludió a los resultados previos de una supuesta investigación,
realizada seguro por técnicos revolucionarios, para determinar que ese sabotaje
electromagnético, ejecutado en el Bajo Caroní, pretendía afectar el sistema de
generación eléctrica de Guayana. Lo que el ministro Rodríguez ocultó para
entonces y sigue escondiendo, es si en ese estudio se manejó al ecocidio que viene sufriendo la zona del
arco minero como posible responsable de ese gran apagón nacional y de las
distintas fluctuaciones eléctricas que día a día se presentan en los
distintos hogares venezolanos, cuando cuentan con el suministro eléctrico, luego
de padecer el racionamiento establecido por Corpoelec.
Jorge Rodríguez no nombra la
usufructuación hecha, con el permiso de su gobierno revolucionario, a los
suelos constitutivos del arco minero con la sobreexplotación del oro y otros
minerales propios de esa Área Bajo Régimen de Administración Especial, ABRAE, como elemento hipotético de la crisis
eléctrica del país y de la destrucción del pulmón vegetal de la Amazonia.
Ni siguiera asoma como posible causa
de ese apagón general y todos los demás ocurridos en Venezuela, a la devastación de este ecosistema que debió
permanecer virgen, debido a su rica biodiversidad y al aseguramiento de las
reservas hídricas que tiene en su haber natural. No se refirió al impacto
ambiental sufrido en el río Caroní y demás fuentes de agua dulce existentes en
esa zona, a causa de la feroz
destrucción de ese sistema ecológico tan diverso y requerido para
garantizar el equilibrio de la naturaleza y la electricidad en Venezuela.
Pese a la serenidad con la que Jorge
Rodríguez transmitió esa información, los
resultados de esa mentada investigación son fáciles de desmontar cuando
expertos eléctricos hablan claramente y explican la causa real de ese apagón y
todos los demás; cuando advierten que pudiese ocurrir un apagón sin retorno si
no se atacan las verdaderas causas de ese problema que ha convertido a varias
ciudades venezolanas en barrios paupérrimos y grandes, con una total parálisis
económica, financiera, comercial y social.
José
Aguilar, por ejemplo,
cómo ingeniero eléctrico, arrasa con la tesis gubernamental expuesta por el
ministro de Comunicación e Información, sin resultados científicos ni técnicos,
al calificar ese apagón como muy, demasiado grave, porque se perdieron del
sistema eléctrico nacional, los 765 Kv por violar los límites de transmisión. Advierte que por primera vez en la historia
eléctrica nacional salieron fuera de servicio todas las plantas de Garuachi y
Macagua.
Para él, Venezuela ya no cuenta con
suficientes Mb técnicos disponibles para completar el requerimiento, porque se
han perdido más de 600 y así es imposible operar, al tiempo que se violan
constantemente los límites de transmisión, porque el sistema sólo tiene capacidad de 600 Mw y se le inyectan 700, lo cual
indica que cualquier falla puede apagar a Venezuela.
Dos posiciones encontradas que denotan
dos visiones aisladas una de la otra de la causa real de otro mega apagón
eléctrico. La oficial es descabellada, cómo todas las respuestas dadas a la
crisis eléctrica del país. Es fuera de lugar en una nación donde el sistema eléctrico nacional, desde 1999 para
acá ha sido arrasado por la corrupción de los recursos destinados a su
inversión, mientras el descuido y
abandono de sus plantas y equipos es una realidad que vulnera la
transmisión del fluido de forma confiable y segura, razón por la cual es imposible creer que próximamente se
eliminará el racionamiento eléctrico en el estado Zulia, tal y como fue
anunciado por la fuente oficial. Planteamiento nada creíble, porque el problema eléctrico de la nación no se le
avizora solución y su prueba irrefutable es el apagón del 20 de agosto de
2019 que dejó en la total obscuridad a 11 estados y un sin fin de hogares de
venezolanos que sienten como ha mermado su calidad de vida con los desaciertos
revolucionarios en materia política, económica y social.
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