Una crónica realizada por Reuters señala el calvario que han atravesado los pacientes renales
Segundos antes de que William López fuera conectado a una
máquina de diálisis, el servicio eléctrico volvió a fallar en Maracaibo, la
segunda ciudad de Venezuela.
La falta de diálisis, el tratamiento que elimina las toxinas
que se acumulan en la sangre de las personas cuando sufren insuficiencia renal,
hace que López se sienta mareado y con náuseas. Como cualquier paciente renal
crónico, podría morir si pasa demasiado tiempo sin atención.
Ante la incapacidad de completar su tratamiento ese día,
López no tuvo más remedio que regresar a su casa y cuando llegó, tampoco había
luz.
“Me da de todo cuando se va la luz, me dan ganas de llorar
de la impotencia que siento (...) necesito hacerlo, porque me siento muy mal”,
dijo López de 45 años, uno de los 11.000 pacientes venezolanos de diálisis,
tratamiento que se ha visto afectado por los frecuentes apagones en el país
petrolero.
“Hay gente que cuando está en tratamiento se duerme. Yo no
(...) Me da miedo no despertarme”, agregó López.
Venezuela enfrenta una larga recesión con hiperinflación y
un deterioro de los servicios públicos, que se reflejó en marzo cuando la nación
sufrió masivos apagones.
Con el fin de recuperar la infraestructura eléctrica, el
gobierno de Nicolás Maduro aplicó un plan de cortes programados de tres horas
que excluyó a la capital, Caracas y a otros dos estados: Vargas y Delta
Amacuro, pero en el interior del país la falta de energía supera esas horas
previstas.
Una de las ciudades más golpeadas es la sofocante Maracaibo,capital del petrolero estado de Zulia, donde las interrupciones del servicio
eléctrico duran más de 10 horas al día.
Los cortes de luz también afectan el bombeo de agua
corriente y sin agua no se puede hacer la diálisis, un proceso que requiere de
120 a 140 litros de agua purificada por una sesión, dijeron médicos
consultados. El tratamiento recomendado es de tres o cuatro horas, tres veces a
la semana.
Los hospitales públicos de Venezuela durante años han
brindado tratamiento de diálisis gratis debido a los altos ingresos petroleros
y el gasto público, pero cuando la crisis se agudizó, por la caída del precio
del crudo y luego de la producción petrolera, ese servicio se vio afectado y ya
no todas las máquinas están operativas, dicen médicos.
El presidente Nicolás Maduro culpa de los problemas en el
sector salud y a la crisis eléctrica a las sanciones impuestas por EstadosUnidos que "han bloqueado fondos para la compra de insumos y
equipos". Pero opositores y especialistas señalan que el deterioro obedece
"a la corrupción e incompetencia que el gobierno se ha negado a
reconocer".
El Ministerio de Comunicación e Información y el Ministerio
de Salud no respondieron a la solicitud de comentarios.
“Sin riñones que funcionen la persona no orina o lo hace muy
poco y sin orinar no se desechan las toxinas que se acumulan en el cuerpo”,
dijo la doctora Beatriz Rosales del Hospital Universitario de Maracaibo. Los
líquidos acumulados en el cuerpo pueden irse a los pulmones y provocar un paro
respiratorio.
Lesbia Ávila se despertó una mañana sintiéndose mal después
de recibir solo una hora y 40 minutos de tratamiento porque el día anterior,
debido a la falta de energía, las máquinas no funcionaron en el centro donde se
dializa en Maracaibo.
Siente que se asfixia cuando no recibe el tratamiento
completo. “Le pido a Dios que el día que me vaya a morir no sea ahogada”, dijo
Ávila, de 53 años, mientras descansaba en una hamaca en su casa en un barrio en
el oeste de Maracaibo.
Mientras hablaba con un periodista, se puso pálida y comenzó
a sudar. “Me siento mal”, agregó con voz apagada, mientras su esposo Miguel
Molina, de 64 años, que hasta hace dos meses trabajó como vigilante en una
fábrica de repuestos para autos, le arrima a los pies una gaveta vieja de una
nevera para que vomite. Poco después, se recupera.
Ávila dice que en el centro de diálisis al cual acude, solo
18 de las 35 máquinas de diálisis están funcionando.
La situación es similar en las 136 clínicas estatales de
diálisis en todo el país, dice Carlos Márquez, presidente de la Sociedad
Venezolana de Nefrología. Muchas de las 1.600 máquinas del país no están
funcionando, señala. El Ministerio de Salud no publica cifras.
Algunos centros privados de diálisis de Maracaibo cobran a
los pacientes hasta unos 70 dólares por una sesión de tres horas, dice Antonio
Briceño, un paciente de 48 años de edad. Eso equivale a casi un año de salario
mínimo.
“Yo debí haber nacido rica para poder comprarme un riñón”,
señala Aidalis Guanipa, de 25 años, quien por su padecimiento renal desde los
17 no pudo culminar su bachillerato.
Ella y su abuela Aída, de 83 años comparten los gastos de la
casa. Las entradas de dinero son dos: la pensión de su abuela y la venta de
dulces caseros. Día de por medio, viaja dos horas en transporte público para
recibir su tratamiento que muchas veces es incompleto por las fallas
eléctricas.
“No quiero morir ahogada como me siento ahorita (...) tengo
dos días que no me dializo porque no había luz. Sentir este ahogo es horrible,
tengo miedo a morir”, agregó Guanipa.
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